¡Bienvenidos una semana más a mi blog! Como ya os adelanté, este mes de marzo está dedicado a los cuatro personajes principales. Hace unos días os compartí la historia de Lobo, una pieza clave en mi primera novela juvenil, Keswick y el árbol de la vida. Si os quedasteis con ganas de más, estáis de suerte: hoy es el turno de Bruja, la representante del bien y el mal, de la dualidad eterna del ser humano. ¡Quedaos para saber más!
Bruja: los orígenes
“Y Tremara eligió el mal, decidió ser la embajadora de la envidia, la emperatriz del odio y la reina de la venganza”.
Tremara nació en el Reino del Viento, hogar del rey Tifón. Fue la primogénita del rey de los vientos y tuvo un hermano pequeño, Evenor. De pequeña era una niña especialmente bella. Sus ojos esmeralda, rodeados por largas y negras pestañas, brillaban siempre bajo la luz de la Luna. Sin embargo, bajo su firme dulzura se escondía un corazón frío, carente de cualquier tipo de afecto. No daba muestras jamás de compasión, de simpatía o de afecto sincero. La oscuridad que albergaba en su corazón aumentó cuando el firmamento decidió concederle poder y sus malos sentimientos se multiplicaron: de ella surgió la maldad, especialmente hacia Hada.
Bruja no se presenta como una anciana que viste de negro, monta en escoba y cocina pócimas en un gran caldero, como sí ocurre con otros personajes que reciben este mismo nombre en la literatura infantil y juvenil. Ella se siente muy superior al resto de hechiceras y son estas las que formulan para ella pócimas secretas. En cualquiera de sus formas, su piel rezuma soberbia y despide odio, a pesar de hacer grandes esfuerzos para no delatar su verdadero carácter. Cuando revela su identidad, su apariencia es grandiosa, se siente poderosa y reina.
Su enemistad con otros personajes: Hada y Lobo
Con el paso de los años, la belleza de Tremara llegó a oídos de muchos jóvenes, pero no conseguía igualar la de Hada. Bruja era incapaz de soportar que ningún joven se enamorara de otra mujer que no fuera ella, especialmente si la elegida era su eterna enemiga. No cabía duda de que era bella y de que gozaba siendo el centro de todas las miradas; le hubiera proporcionado un enorme placer si Hada hubiese sentido celos hacia ella. Si algo de amor se filtró alguna vez en su corazón fue por Lobo, el único hombre que provocó ese sentimiento en ella.
El amor también llegó hasta los corazones de Hada y Cazador, engarzándolos poderosamente. Los celos y la envidia hacían de Bruja una persona cada vez más oscura y siniestra. Un día, en la oscuridad de la noche pudo ver que su amado Lobo lloraba bajo un manto de estrellas por Hada. Él intentó apartar sus ojos hacia otra parte, pero no pudo. Su corazón estaba hechizado por la gracia de Hada.
Lobo sentía que los ojos de Tremara le observaban con una mirada recelosa por no ser ella la protagonista de su corazón, ni la más bella para Cazador y, por supuesto, tampoco era la favorita de Alanis. La rabia se le clavaba tan brutalmente como si fueran puñales. En su rostro apareció enseguida una expresión de odio, como si la poca humanidad que albergaba en su corazón se hubiese desintegrado de repente.
Merlín intentó disuadirla de sus malvadas intenciones, pero todo esfuerzo por parte del mago fue en vano. Fue en ese momento cuando Tremara redobló su maldad y llegó a convertirse en Bruja. A partir de entonces, fue repudiada por su padre.
¡Y esto ha sido todo por hoy! Si estáis deseando conocer más de la historia de Cazador y Hada (aunque ya os he desvelado un poco sobre ella en este post), no dudéis en pasaros por aquí de nuevo la próxima semana.
No olvidéis que en mi Instagram y en mi página de Facebook siempre comparto más contenido inédito sobre el universo Keswick. ¡Nos vemos pronto!