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Cuando oímos hablar de «fichas de lectura» pensamos en actividades de colegio: libros obligatorios, clases eternas de lengua y evaluación de lo aprendido. ¿No es así? Aunque las fichas de lectura están muy vinculadas al ámbito académico, lo cierto es que presentan muchas ventajas que van más allá de la mera reflexión sobre lo que hemos leído. A continuación, te presento varias razones por las que estos documentos te pueden ser útiles en tu día a día.

Recurso educativo

Siguiendo en la línea de lo expuesto, las fichas de lectura son un gran recurso educativo. Para los docentes, sirven de guía para evaluar qué piensan sus estudiantes sobre las lecturas propuestas o para conocer sus reflexiones al respecto. Sin embargo, estas fichas pueden adquirir formatos diferentes que hagan la tarea más amena y dinámica: coloquios, vídeos o incluso publicaciones en redes sociales.

Cuando muchos estudiantes crean sus propias fichas de lectura, se puede crear un centro de interés o una biblioteca de aula. De este modo, los distintos documentos se pueden usar como método para incentivar la lectura de nuevas obras o incluso para crear un registro de todo lo aprendido durante el curso escolar.

Control de lo que leemos

Las fichas de lectura son un recurso increíble para quienes leemos muchos libros al cabo del año. A veces, las ediciones cambian, la cubierta ya no tiene la misma imagen o el diseño del libro es diferente. ¿Lo hemos leído o no? En ocasiones, es prácticamente imposible memorizar si un título ha pasado o no por nuestras manos.

Muchas personas optan por apuntar qué libros han leído, pero ¿y si vamos un paso más allá y escribimos también qué nos ha parecido, qué edición fue la que leímos o qué destacaríamos de la obra? También es un buen ejercicio de reflexión que nos ayudará a practicar la escritura. Por último, nos hará pensar en lo que el libro nos ha hecho sentir, por lo que nuestro hábito lector no se quedará en un mero movimiento de hojas.

Fichas de lectura en papel y en digital

Los registros de fichas de lectura digitales son más que útiles, pues permiten una búsqueda rápida de la información que hemos almacenado en ellos. Sin embargo, corren el riesgo de eliminarse o de dejar de ser compatibles con nuestro sistema operativo. Si eres de los que sigue prefiriendo el papel para todo, también puedes crear tus propias fichas. Cualquier formato es válido: un cuaderno, pequeñas hojas de cartulina, un archivador… Esto también te permitirá clasificarlo por años o por temáticas.

Ahora que ya conoces una forma más de llevar un control de tus lecturas, ¿a qué esperas para ponerlo en práctica? No siempre es fácil empezar, pero pronto descubrirás que dedicarle tiempo de calidad a tus aficiones puede crear un vínculo muy especial con ellas. Además, las fichas de lectura también son un bonito recuerdo para años venideros. ¿A quién no le gusta leer qué sentía cuando era más joven? ¡Anímate a comenzar este hábito hoy mismo!