¡Bienvenidos una semana más al blog! Hace apenas unos días, decidí ir a una librería de mi ciudad para buscar algunos ejemplares que necesitaba. En ese momento, me sorprendí al ver en las estanterías uno de los (muchos) nombres que aún me quedan por conocer del mundo literario: Robert Galbraith. Mi sorpresa fue aún mayor cuando, investigando, descubrí que este es el seudónimo de J. K. Rowling, la afamada y mundialmente leída escritora de Harry Potter. En ese momento decidí que sería buena idea recopilar información sobre el tema y hablaros de él hoy, así que ¡allá vamos!
¿Qué es un pseudónimo?
Antes de empezar a hablar sobre este tema, es esencial que aclaremos qué es un seudónimo (también escrito «pseudónimo». Como es probable que sepas, esta es la denominación que se le da a los nombres de quienes escriben ocultando su verdadera identidad. Esta práctica tiene diferentes motivos, aunque los más frecuentes son:
- Represión en situación de guerra o de desacuerdo ideológico con el partido político gobernante.
- Opresión por género, raza o religión.
- Homenajear con lo escrito a alguna personalidad famosa o evocarla.
- Voluntad de ocultar, por motivos estéticos, literarios o personales, la propia identidad.
Es, en definitiva, un alias bajo el que muchos autores prefieren producir su obra literaria. Además, muchas personas optan por esta alternativa y, además, publican con su nombre real.
Mujeres con seudónimo de hombre
En diferentes ocasiones a lo largo de la historia, muchas mujeres tuvieron que ocultar su verdadera identidad por algunos de los motivos ya mencionados. De este modo se publicaron grandes obras de la literatura universal, como es el caso de las de Jane Austen. En muchas ocasiones, firmó su obra como By a lady, es decir «Por una mujer». De esta forma dejaba claro cuál era su género, pero ¿cuál de todas las mujeres de la época se ocultaba tras las letras de sus famosos escritos?
Otra de mis escritoras favoritas, Anne Brönte, también firmó sus obras con seudónimo. En este caso, recurrió al nombre de Acton Bell, un alias que utilizó en combinación con el resto del de sus hermanas, quienes se escondían bajo los nombres de Currer y Ellis Bell. ¿No es increíble que tres genios de la literatura clásica se pusiera de acuerdo para esquivar la censura que sufrían las mujeres?
Sin embargo, también se da la situación contraria, es decir, el de hombres que escriben bajo el nombre de una mujer, como ha ocurrido recientemente con el comentado caso del seudónimo de Carmen Mola. Si no sabes de qué va el tema, te recomiendo que le eches un ojo a la entrada sobre los Premios Planeta del año anterior. ¡Seguro que te sorprende!
En mi caso, nunca me he planteado escribir con seudónimo, pero no descarto la idea de hacerlo. Si eso ocurre, ¡estad muy atentos a este blog por si, en algún momento, decido revelar sobre qué identidad me oculto! Mientras tanto, no olvidéis echarle un ojo a mis dos novelas publicadas (de la que soy su más que reconocida escritora): Keswick y el árbol de la vida y Keswick y el destino de la espada. ¡No os las perdáis!